Certamen Moda del Sol y Moda del Mediterráneo.
Paco Flaqué fundador de “Pasarela Gaudí” en 1984 y Juan Antonio Comín fundaron el “Salon Moda del Mediterráneo” en la Barcelona de 1978, el primer salón con verdaderas expectativas de futuro en una “Moda de España” que tenía sus orígenes en la organización “Moda del Sol” desde los años 60s.
Moda del Sol fue la primera iniciativa que dio a conocer el prêt-à-porter español a nivel internacional. Supo ofrecer una imagen de moda coordinada, de plena actualidad, que orientó las compras de temporada del comercio al detalle.
Un grupo de industriales se unió en 1963 para trabajar en equipo ofreciendo las mismas tendencias de color, línea y tejidos.
El proyecto, liderado por el diseñador
Josep M. Fillol hizo confluir diferentes empresas
bajo el objetivo común de
la internacionalización.
El proyecto, liderado por el diseñador
Josep M. Fillol hizo confluir diferentes empresas
bajo el objetivo común de
la internacionalización.
Y entre los industriales del textil que participaron en la iniciativa destaca Jordi Joan Farreró, propietario y director de Farreró, que bajo su directora de diseño, Joaquima Masalles, revolucionó el mundo de los estampados en España.
En este artículo ofrecemos una panorámica de cómo nació y se desarrolló el grupo en sus primeros veinte años de historia, y el trayecto de Farreró durante el tiempo que estuvo vinculado a Moda del Sol.
Natural de Girona, el aún joven Jordi Joan Farreró quedó huérfano y empezó a trabajar en una tienda, para más tarde trasladarse a Barcelona, donde entró en una fábrica sedera. Se estableció por cuenta propia en plena postguerra, en la ronda de Sant Pere de Barcelona, donde hacía de editor. En su estudio se hacían los dibujos y se interpretaban o adaptaban los originales que compraban en el extranjero.Una vez aprobado el dibujo, se mandaba a grabar a talleres externos, donde se calcaba en un fotolito, y con éste se grababan las pantallas de serigrafía o lionesa, el sistema más utilizado para sus estampados.
Farreró encargaba los moldes a los grabadores más precisos del momento, que se encontraban en Barcelona y en el municipio de Premià de Mar, cercano a la capital catalana: Estrada –dibujante y maestro de los grabadores del país–, Puighermanal, Rotomarc y Virmit, entre otros. El grabador entregaba una estampa sobre papel hecha con el molde de lionesa para que se validase la calidad del estampado. En muchas ocasiones, los fotolitos se hacían a mano alzada y era necesario comprobar que no hubiera imperfecciones y el estampado causara un buen efecto.
Además, era necesario contrastar que no se viesen «calles», las líneas de encaje. Con los moldes ya listos, Farreró encargaba a fábricas externas la mayor parte de producción y cuando recibía el tejido lo vendía a confeccionistas, boutiques o lo exportaba. Estampados Farreró ofrecía todo tipo de composiciones: dibujos all over, con motivos que ocupaban todo el fondo, también dibujos posicionales –como paisajes exóticos y escenas figurativas–, o un estampado característico de la empresa, el degradé.
La iniciativa tuvo éxito y en 1964 el grupo de industriales que había participado en aquella primera colección situó su domicilio social en Barcelona, en la calle Roger de Llúria.
El grupo mostró su segunda gran colección en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, con ocasión de la II Lonja Textil de España.
JJoaquima Masalles aún recuerda el nerviosismo del desfile de la colección en el Liceu, con Teresa Gimpera, la modelo de referencia, y algunas de las más destacadas del momento.
El proyecto estaba liderado por el diseñador J. M. Fillol, que se mantuvo en la cabecera de la entidad hasta 1993. Nacido en las Islas Baleares, amplió su formación en París, donde entró en contacto con el mundo de la moda y pudo trabajar con modistos de la alta costura.
Según Gema Ranero –que ha estudiado la historia del grupo–, Fillol supo reunir en la moda elegancia, comodidad y confortabilidad, y a la vez fue capaz de hacer una amplia difusión. Fue el pionero del concepto diseñador del prêt-à-porter español, con la mirada puesta en las tendencias que surgían de París y Milán.
Moda del Sol se convirtió en
un referente para la moda española a través de medios que dieron estabilidad
al grupo: desfiles, propuestas de colores para cada temporada, cuadernos de
tendencias, la revista de la entidad, presencia en los medios de comunicación de
masas, etc. Esta cuidada difusión de las tendencias –que sirvió de plataforma a
muchas firmas españolas para tener difusión internacional–, consolidó el grupo
al mismo tiempo que respetó el carácter de cada firma. Fillol supo hacer crecer
el impacto de las colecciones, que llegaron a las grandes pasarelas del mundo,
como las de Nueva York, París, Londres, Colonia y Düsseldorf, entre otras.
Desde 1965 Moda del Sol realizó dos desfiles al año, para las temporadas de primavera-verano y otoño-invierno. El interés que despertaron las cuatro primeras colecciones hizo que los siguientes desfiles se hicieran en Barcelona –en el Hotel Ritz, en los jardines del Saló del Tinell con motivo de la Asamblea Anual de los Confeccionistas Europeos y en el Salón Nacional de la Confección–, y también en Madrid –más adelante se convirtió en sede oficial de las presentaciones–.
En 1970 el grupo viajó a Nueva York para presentar su nueva colección en la Semana Española que organizó Gimbel-Saks, la prestigiosa firma de almacenes americanos. La prensa nacional e internacional se hizo eco de la presencia de Moda del Sol, e incluso la edición francesa de la revista Vogue le dedicó treinta páginas. Esto tuvo un efecto inmediato en las ventas, alcanzando nuevos récords que se superaron en los siguientes años.4 Moda del Sol editaba unas cartas de colores de promoción, en formato de cartel, que marcaban las tendencias en color, tejidos y línea.
Este medio otorgaba a las colecciones del grupo una personalidad propia, que pretendía dar una imagen homogénea y al mismo tiempo dejaba margen para cada creador, que podía elegir entre varias propuestas u opciones.
El Instituto Nacional de la Moda en el Vestir hacía informes con todo detalle sobre los acuerdos que tomaban para cada temporada con la participación de Moda del Sol. Bajo una absoluta confidencialidad, en las reuniones se establecían los motivos para género de punto, estampados, confección para mujer, hombre e infantil, coloridos, complementos, lencería, etc. Estos compromisos se reflejaban en las cartas de colores de promoción.
Por ejemplo, para la temporada de verano de 1972 proponían estampados muy luminosos y dibujos concretos, dejando grandes fondos, con unas recomendaciones que sugerían: «el cambio es rotundo y representa un regreso a la alegría, lo que hará de la primavera-verano de 1972 una temporada pletórica del gozo de vivir».
Para la siguiente temporada, se acordó trabajar con estampados tipo persa, abstracto y geométrico. Entre las recomendaciones siempre había una más arriesgada. En la de otoño-invierno de 1972-1973 se propuso la abstracción para ofrecer una “Visión analítica y fantástica de objetos y cosas. Sensación de nuevas dimensiones, rozando las fronteras del surrealismo […] Una impresión de movimiento, de inestabilidad y de ingravidez”.
Las empresas de sedería y estampación que formaban parte del grupo eran
eran, con pocas excepciones, de Barcelona ciudad y provincia. Participaron los
principales empresarios del sector, entre ellos Vilumara y Viladomiu, junto a
estampados Farreró. Las de confección estaban distribuidas por el territorio
del estado español.
Los integrantes del grupo presentaron la colección de
otoño-invierno 1974-1975 en los salones del Hotel Hilton de París con motivo
de la reunión de The Fashion Group, una entidad que agrupó a creadores de
diferentes países. En el año 1975 Moda del Sol recibió un reconocimiento
especial, el premio Galena de RTVE.
También recuerda los momentos en los que coincidían con otros fabricantes y empresarios de la zona de la ronda de Sant Pere de Barcelona, sitio de reunión de un nutrido grupo de empresas del textil donde, según la entrevistada, se generó un buen clima entre profesionales. Las mujeres que dibujaban estampados tuvieron un papel decisivo en la época: Rosa Serrano, una profesional independiente, era una de las más destacadas del país, y también Rosalia, que trabajaba en la fábrica La España Industrial de Barcelona.
Según asegura Masalles, en aquella época ser mujer nunca le supuso inconveniente para realizar su tarea, su criterio era muy respetado y sencillamente opina que «es cuestión de proponérselo». En 1979 los desfiles ya habían alcanzado un nivel alto de espectacularidad.8 Así, el grupo desplazó su centro de ventas al Certamen Imagen Moda que se celebró ese año por primera vez en el Palacio Nacional de Congresos y Exposiciones.
Para la temporada de primavera-verano de 1982 había diferentes propuestas: flores pequeñas características de los tejidos para patchwork, flores planas de estilo nórdico, estampados informales de estilo americano para moda joven, y especialmente los dibujos orientales de inspiración chino-japonesa, con grafismos y dibujos típicos de Oriente que en ocasiones se utilizaban como un gran motivo posicional que ocupaba todo el vestido.
En la temporada de otoño invierno 1982-1983 participaron diferentes firmas de confeccionistas, algunas con largo recorrido dentro del grupo: Africa, d’Orsay, Drape Coti, Famira, Francine, Gene Enrich, Himalaya, Indra, Kelson, Pipers, Pret Dam, Sanloret y Vegaski.
Las propuestas para las firmas textiles en esta temporada eran la moda barroca, estilo deportivo británico, pionero y de pequeños motivos vegetales. El estampado tenía menos presencia en las temporadas de frío, los motivos normalmente eran más pequeños, discretos, y los colores usualmente apagados.
Y ya en 1983 Moda del Sol sugiere cuatro ideas para las estaciones cálidas: línea de vacaciones, tema deportivo, estilo romántico y tendencia sofisticada.
En primavera-verano de 1983 las empresas de confección del grupo estaban ubicadas en distintos lugares del territorio español, y algunas firmas de textiles dejaron de participar en Moda del Sol. Tras veinte años de recorrido, los estampadores y tejedores que se mantenían en el grupo eran Baher, Comercial Anónima Vila, Creaciones Malbor, Farreró, Francisco Pavón, Gelansa, Industrias Casacuberta, Lion Textil, Manufacturas Iborra, Manufacturas Soler, Mas Molas, Rosson Moda, Sedunion, Soleil, Sweetnit, Textil Caspe, Textil Dobert –todas ellas de Barcelona ciudad y provincia–, y Textil Lizard de Béjar, cercano a Salamanca. Moda del Sol continuaría su trayecto, pero sin estampados Farreró. Josep M. Fillol siguió liderando el grupo hasta 1993.
Le sucedieron
Nacho Ruiz
hasta 1998,
y Miguel Marinero, hasta la disolución del grupo los primeros años del siglo actual.
Joaquima Masalles empezó a trabajar con el empresario J. M. Soler en 1983 y se jubiló en 1998, tras décadas de dedicación absoluta a la moda.
René Metràs, padre del conocido galerista de arte e introductor de nuevas tendencias en estampados, en más de una ocasión le decía: “Eres la que más entiendes de estampados. Contigo llegó la revolución”. Estampados Farreró estuvo en la cabecera de la moda durante años, rompiendo moldes y traspasando fronteras. Fuente Datatextil 38 per Assumpta Dangla
El desafío, para los industriales españoles, fue ingente para abordar no solo la demanda de la incipiente clase media, sino también para dar una respuesta a la competencia y a las nuevas tendencias del vestido. Moda del Sol, basó sus proyectos en la luz del Mediterráneo, en el ambiente turístico del momento y, por que no decirlo, en las tendencias que llegan de París y Milán.
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